Valentia Fosca nace!


Al lector:

No es menester querer promover una actividad tan poco lucrativa y didactica como la escritura. Lo hacemos como última voluntad. Antes de que todos acabemos carbonizados por la mugre que habita en la capital del Turia. Como huímos de ella en pos de un bienestar fetén, no vemos mejor elección que antrincherarnos en la red y ser profanos en nuestra tierra. A través de nuestros personajes crearemos un submundo oculto. Carecemos de mala voluntad; pero no somos testigos mudos, más bien somos declarantes que denuncian su malestar. Somos un poco hijos de puta.



martes, 13 de octubre de 2009

Lalas Civa Santa

"Picadilly"




Recibo un sms hacia las cinco de la madrugada. Una vez más el puto Elmir J. Siniestro quiere que me junte con él en el Picadilly. Por supuesto no le contesto. Me levanto del bidé y me seco el coño, perdón los genitales, me he tenido que pasar más de media hora sentada para que saliese todo el esperma del puto pringao que me acabo de tirar: Menudo manantial, menos mal que pude refrenar las ganas que me entraron de que se me corriese en la puta garganta. Me ahoga, si se me corre en la garganta, el tío me ahoga. No, no tenía la polla grande, pero, los huevos los tenía bien cargados, por lo menos para un par de cañonazos.

Pobre pringao, lo he visto entrar y he sabido que esa polla iba a ser mía. No ha tenido tiempo ni de mirar al resto de las tías que había en el bar, ese que hay por la calle caballeros, cerca del teatro Talía. En cuanto se ha apoyado en la barra me he acercado a él y le he sonreído. Me quería invitar a un copa, pero, hacia las dos ya iba bastante cocida y lo único que me interesaba era que me metiese su polla lo más pronto posible.

A veces, hay que aguantar más de lo que a una le gustaría para que se la follen, tener que soportar toda esa parafernalia de: te invito a una copa, en qué trabajas... joder, pero si tengo las bragas mojadas desde que acabé la cena, el camarero del restaurante chic de la calle alta me había puesto a cien. Eso y el vino. Ah, el vino me pierde. Menos mal que el camarero no me ha echado ni una mirada, sino, me lo follo en el cuarto de baño. Menudo cuarto de baño el del restaurante ese, espejos por todas partes. Entre los espejos, el vino y verme el coño reflejado enfrente, como no me iba a poner cachonda. Mientras meaba, me he metido la mano por el sujetador y he empezado a acariciarme el pezón. No lo he podido evitar, me he sacado la teta y he empezado a chupármela, la otra mano, que estaba apoyada en uno de los espejos laterales, ha ido directa a mi muslo derecho. Ha empezado a apretar con fuerza a la vez que avanzaba hacia mi entrepierna. He empezado a pensar en el camarero, pero el camarero no estaba solo, con él estaba alguien más, no sé si era la otra camarera o si era el pinche de cocina. Bueno, qué me importa mí, el caso, es que ahí habían más de dos personas, contándome a mí, claro, y todas estaban empeñadas en tocarme por todos lados, en que les comiese la polla, las tetas, el coño. Cuando me he querido dar cuenta mis dedos estaban frotando mi clítoris con tal contundencia que no he podido evitar correrme con un chorro que ha salpicado el espejo de enfrente. Ostia que gusto. Me he levantado, me he subido las bragas, subido el vestido y me he arreglado el pelo, el rímel y me he dado algo de pintalabios. He abierto el grifo para refrescarme un poco la nuca. En ese momento he notado que mi coño seguía goteando. Sentir ese flujo cálido me ha reconfortado y a pesar de lo que podía creer, me ha vuelto a poner cachonda.

Total que me he sentado en la mesa para acabar con el segundo plato, he visto de nuevo al camarero y he sabido que estaba igual que al principio. Fuera de mí. Ya en ese momento el puto Elmir J. Siniestro ha empezado a bombardearme con los sms. Pero, he pensado, esta noche, Elmir, te vas a joder, me parece que esta noche te tendrás que buscar otro plan, yo tengo el coño demasiado caliente como para esperar hasta las cinco de la mañana y encontrarme contigo medio zumbado y sin poder articular palabra en el Picadilly. Necesito algo mucho antes, sin duda, mucho antes.

Mis compañeros de trabajo me preguntan que si me encuentro bien. Claro, me he pasado en el cuarto de baño casi 20 minutos. Les digo que no me encuentro demasiado bien, que en cuanto acabe la cena volveré a casa. Por supuesto miento como una bellaca. Lo único que quiero, tal y como me he puesto, es deshacerme de ellos e ir a cualquier bar donde nadie me conozca. Esta noche sé perfectamente lo que quiero y desde luego lo que quiero no es continuar con la plasta de la gente del curro. Por supuesto cuando nos despedimos Juan se me ofrece para llevarme a casa, pero, por supuesto, no me voy a tirar a Juan, y en esos momentos en lo único que estaba pensando es en tirarme a Juan, o a cualquiera, vamos que le digo a Juan que muchas gracias pero que prefiero volver a casa andando.

Voy caminando sola por la calle Alta y noto que mi vestido, con apenas frotar mis piernas, hace que se me ponga la carne de gallina. No creo que haya mayor satisfacción en el mundo que andar por la calle completamente cachonda sintiendo que cualquiera que te roza podría ser quien te la metiera. Es más ese pensamiento me pone más y más cachonda. La calle caballeros llena de gente, de guiris, sobre todo de italianos y franceses, todos ellos para mí, todos y cada uno de ellos para mí.

No había andado ni quinientos metros cuando entré en ese bar que he dicho antes. Eran casi la una y cuarto. Me siento en la barra y me pido un cubata. Hago tiempo. Estoy buscando algo concreto. No quiero un polvo ligero. Quiero que el que me folle sienta que su alma va en ello. Quiero a alguien que se le note en la cara que no folla desde hace meses, alguien que me convierta en una virgen, alguien, que me folle no solo una, sino varias veces, alguien que me santifique, que me ensalce por haberle dado algo que para mí es tan fácil de dar... Espero, y espero, me bebo un par de cubatas, y toda espera tiene recompensa. Entra un grupo de tíos. Él anda un poco rezagado, como fuera de lugar, como pensando qué hago yo aquí, debería estar salvando el mundo, o algo así. Ese es mi hombre. Ese va a ser mi hombre esta noche.

Como he contado antes, estuve más de media hora hasta que se me vació el coño de esperma. Cuando salí del baño él me dijo: ¿te vas? ¿Me das tu móvil? Menos mal que ya estaba vestida y que no le dio tiempo a reaccionar cuando cogí mis cosas y salí de allí. Cuando quiso darse cuenta ya estaba bajando por el ascensor.

En la calle noté que me escocía el coño. Normal. El tipo estaba en plena forma, en algún momento pensé que me iba a sacar la polla por la boca. Mmm, qué buena elección, con lo años una aprende a elegir bien las presas, a saber dónde encontrar lo que una busca.

Delante del portal sopla una brisa fresca, es otoño, me apretujo con la chaqueta. Me pongo a andar. Busco una parada de taxi. Por favor, lléveme a la plaza del ayuntamiento. Cuando llegamos, pago y me pongo a andar en dirección al Picadilly. En la puerta un tío se me acerca y me ofrece algo de coca, un pitillo, un poco de ketamina. A mí las drogas me la traen floja. Lo que me interesa es el sexo. Le digo que voy servida. Es totalmente cierto. Estoy totalmente servida. Me doy la vuelta y me encamino hacia casa. Antes paso por el Nou Pernil Dolç. Es un lugar de peregrinación. Para el resto de los mortales está cerrado, pero para mí no. Entro. Me siento en la barra y pido un último chupito. Necesito encontrar el punto antes de meterme en la cama.

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