Valentia Fosca nace!


Al lector:

No es menester querer promover una actividad tan poco lucrativa y didactica como la escritura. Lo hacemos como última voluntad. Antes de que todos acabemos carbonizados por la mugre que habita en la capital del Turia. Como huímos de ella en pos de un bienestar fetén, no vemos mejor elección que antrincherarnos en la red y ser profanos en nuestra tierra. A través de nuestros personajes crearemos un submundo oculto. Carecemos de mala voluntad; pero no somos testigos mudos, más bien somos declarantes que denuncian su malestar. Somos un poco hijos de puta.



lunes, 18 de enero de 2010

COCO IONS: ¡Otra noche en el puto agujero!

Como siempre que estábamos por la zona, habíamos acabado en este jodido pub, oscuro y lleno de tíos, donde las posibilidades de conocer a alguna chica interesante se aproximaban peligrosamente a cero. “¡Menudo campo de nabos!”, soltaba siempre alguno de nosotros al entrar. Además hoy pinchaba Lalas Civa, ese pedazo de tía que según todo el mundo era ninfómana, pero que a nosotros no nos hacía ni caso. Joder, que tetas. Un día de estos tendría que hablar del tema con el cabrón del Elmir, que conocía bien a Lalas. Si iba un poco ciego sería fácil sonsacarle. Tenía que averiguar por qué pasaba de nosotros. Al menos el punk de los 70 y el garaje añejo estaban garantizados. Mientras no le diera por experimentar con el puto tecno…

“Bueno, igual aparecen por aquí estas.” soltó a bocajarro Epi. Pues sólo faltaba eso, pensé, aunque no dije nada. Un grupo de tías que en su mayor parte ya habían pasado por nuestras manos, y que precisamente lo sabían todo de nosotros porqué ya sabéis cómo actúan… Y si no, os lo digo ahora mismo: ellas se lo cuentan todo. Y cuando digo todo, me refiero hasta al más mínimo detalle, por escabroso e íntimo que parezca. Si, lo nuestro es más de fanfarronear, pero sin dar muchos detalles. Ya sabéis, cosas como: “a esa me la he tirado”, “joder, como se movía la tía” o “nos lo montamos en el rellano de su casa”. Pero ellas tienen toda la jodida información privilegiada: tamaños, tiempos de aguante, posturas, preferencias. Aunque parezca lo contrario, nos tienen catalogados como a putos insectos en un museo de ciencias naturales y juegan a comparar sus colecciones. A veces pienso que estaría bien asistir a alguna de sus reuniones, aunque nunca se sabe, la verdad puede ser dolorosa.

Bueno, mientras yo pensaba todo esto y me daba cuenta de que la maría que había pillado Triki ya me estaba haciendo efecto, Blas ya había pedido una ronda de chupitos para todos. Vino, cerveza, cubatas y ahora chupitos: la noche iba ser larga.
Llegados a este punto voy a explicar lo de los nombres. No es que intente ocultar las identidades de la peña, es que realmente entre nosotros nos llamamos así. Y todo viene de una fiesta de disfraces de hace bastantes años. Ya no recuerdo a quien se le ocurrió la genial idea de disfrazarnos de personajes de Barrio Sésamo, ni quien decidió echarle algo de química al gran barreño de sangría que habíamos preparado, pero la fiesta fue memorable y hay imágenes que nunca podremos borrar de nuestras mentes, las que acuden de forma recurrente cuando nos ponemos a contar batallitas: Espinete follándose por detrás a una Gallina Caponata en un coche, Epi y Blas dándose de ostias con un par de botellas de dos litros de coca-cola, una rana Gustavo semi-inconsciente vomitándose encima, la Peggy (¡Joder, si esa tía no necesitaba disfraz!) en pleno éxtasis y haciéndonos un striptease a Triki y a mí, que no podíamos parar de descojonarnos. Esa fiesta fue la ostia.

Mientras yo sonreía recordando estas escenas y Espinete gritaba con su voz cazallera y los ojos vidriosos “¡Esta ronda la pago yo!”, se abrió la puerta y entraron un grupo de Erasmus rubias, con gorros de Papá Noel y signos evidentes de ir muy ciegas y desinhibidas. Inmediatamente, nos miramos todos y supongo que pensamos lo mismo. Vaya, vaya, por lo visto la noche en el jodido agujero podía acabar bien…

IVAN BLANCO: La mujer silenciosa parte II. Luz y vacio.

En medio de estas vicisitudes misteriosas, he de contar ( para ser justo conmigo mismo ) que soy consciente de que no es un producto de mi imaginación. La oigo respirar, tiene un sonido muy dulce su forma de respirar. Y la he tocado. Es humana. En ocasiones cuando tenemos que utilizar el mismo camino y vamos en trayectorias contrarias , nos chocamos. Por lo general ella me deja siempre pasar. Tiene arte para ofrecer siempre ese lugar que te permite pasar sin obstáculo alguno. Y no es muda, porque por las noches la oigo hablar, habla en sueños. Debido a que respetamos áreas, me siento incapaz de acercarme lo suficiente para escuchar con claridad lo que sus labios cuentan. Pero su voz, es dulce.

Continuando con esta demencia, reconozco que con el debido tiempo ella ha abierto este silencio con una destreza digna de la sutileza oriental. Además ha ido desarrollando ciertas aficiones. Le gusta mirar por la ventana que da a la calle , peinarse y de vez en cuando, pintar paisajes bañados en abstracción. También disfruta cocinando pasta , leyendo o paseando por las calles de Orriols donde debe de respirar el ambiente urbano interracial , o sea : practicar el arte del siglo XX . Nunca sale por las noches a garbear su preciosa figura.

Pero como en todas las historias, el nudo de este desenlace se gesta ahora, entre la introducción ( o explicación inicial ) y con anterioridad a la conclusión. El hecho que origina este relato es que ella realmente ha comenzado a sobrecogerme desde hace aproximadamente un mes. Ha desarrollado una afición poco concordante con su ( posible ) personalidad que ejercita con soltura , naturalidad y una destreza extrema. Le encanta masturbarse en el sofá. Lo hace muy a menudo. Se tumba cómodamente y se empieza a acariciar con lentitud. Primero sobre la prenda principal que lleve, y a medida que la excitación aumenta , se acomoda aún más y se frota con más rapidez la zona vaginal. Luego se desprende de la ropa más superficial y lentamente se deshace de su ropa interior y acelera su forma de frotar combinándola con un movimiento circular centrado sobretodo en los labios ( me refiero a los vaginales , evidentemente ) de la matriz. Concretamente se centra en las partes exteriores de los labios, no en el clítoris. Ella llega al orgasmo así. Cuando ha cogido velocidad suficiente suele inclinar la cabeza hacia la derecha y el cabello cae por su propio peso al vacio, mezclándose así una maraña de cabellos que nacen, por lógica, en la cabeza y que se bifurcan en dos caminos : uno que termina en el vacío que existe entre el suelo y ella, y el otro, que recorre una dirección opuesta; desembocando en la barbilla donde los labios consiguen tocarlos y así ella es capaz de morderse las puntas del cabello cuando le poseen esos temblores que anuncian el comienzo del orgasmo. Le gusta acariciarse los senos y las ingles y cuando está en el momento de máxima satisfacción, su barriga estalla y esa ECLOSIÓN desencadena un movimiento , por otra parte ya característico y clásico, que consiste en la elevación estomacal rápida y directa formando entre la espalda y la superficie, un hueco de forma cóncava que fabrica con su vientre cuando el calor interno del orgasmo está apunto de convertirse en éxtasis y la piel, entonces, entra en erupción y en ese instante, la sensibilidad se convierte en la verdadera y única reina ( que precisamente eso, reina ) en el mundo donde nace , se desarrolla y perece el ser humano.

He de reconocer que cuando lo hace , yo también lo hago. Me encanta masturbarme cuando ella lo hace. Hacerlo al mismo tiempo. Lo que pasa, es que ella es mucho más asidua que yo al hecho “onanístico”. Reconozco que resulta grato llegar a casa después de un día de trabajo y encontrarse a una bella mujer masturbándose en el sofá. Le va por épocas, hay semanas que está todo el día y luego si no llega al orgasmo, desiste .Hay semanas que igual intercala día si y día no o de dos en dos. Siempre los días escogidos tienen algún tipo de relación. Es decir, que utiliza turnos rotativos de días maximizando siempre las épocas prósperas de actividad . Nunca alterna días sin sentido alguno. Al principio es agradable escuchar constantemente el estruendo de un gemido de una mujer en tu casa, pero reconozco que llega a agotar . Yo en esas épocas no le digo nada. Hay semanas que igual está todo un día en el acto en si, o igual está días sin tocarse. También depende de la regla. Además estoy ganando una bella e inmensa carisma en mi humilde edificio . Los vecinos creen que soy un fornicador nato. Lo que ocurre es que cuando me voy y ella sigue con el onanismo, también deben de pensar que es un poco puta. Pero he llegado a la conclusión de que me es indiferente lo que opinen de mi . He de reconocer ( y sé que el lector se lo estará imaginando ) que obviamente le he propuesto practicar el coito. Y nada. Como su silencio es inmenso y no contesta nunca a mis preguntas, no quiero penetrar el umbral del respeto y forzar una situación que requiere cierta delicadeza. Da igual, ya me he acostumbrado. Además sé que muchos desearíais tener una mujer bellísima en vuestra casa que se masturbase y gimiese con asiduidad y que poseyera una dulzura suave y al mismo tiempo sucia que acompaña desde una distancia prudente a su voz dulce e infantil.

A veces creo que cuando mira por la ventana, espera a alguien. Espero que no se marche con ( ese ) alguien y me deje sin avisarme con antelación, aunque fuera un aviso visceral, o visual, porque sé que del silencio, no me salvaré. A lo mejor espera a un gran fornicador. O quizá un día desaparezca , al igual que apareció. Entonces, si eso ocurriera, sólo quedarán los restos de los gemidos que una y mil veces habían sido disfrutados como si fueran bellas armonías por ese espacio de mi hogar. Gemidos que están impregnados en mi sofá y en mi mente para el resto de nuestras vidas. Si eso ocurriese , mi salón y mi sofá se desplomarían, creo que no lo resistirían.

Yo estoy bien asi. Nadie sabe que vivo con ella. No se lo he contado nadie. Y no se lo voy a contar a nadie, porque en parte si dijera que convivo con una mujer que es una onanista incansable y sin ningún tipo de pudor, mi hogar recibiría tantas visitas que no sería capaz de aguantarlas. Mi hogar sufriría una gran depresión, una invasión a la intimidad, una ruptura con lo que hay dentro y lo que coexiste fuera. Mi casa no es hospitalaria. Es celosa de su ambiente y de su olor y sobretodo, de su habitante más especial: ella.

Sigo intentando conversar con ella de vez en cuando. A veces me imagino que me habla y que me entiende. Otras veces, prefiero pensar que algún día de éstos alzará la voz y gritará efusiva ¡ te quiero!. Le he propuesto celebrar nuestro aniversario. Pero no es muy de celebraciones. Prefiere la masturbación a las celebraciones. Para ella la celebración máxima es la masturbación. Es su forma de celebrar la vida. Esa y no otra, es su forma de disfrutar el día a día rutinario y repetitivo. Y a eso lo acompaña con silencio. Yo intento hacer callar al silencio. El silencio es mucho más ruidoso que el propio ruido. Es ensordecedor. Un inagotable bullicio. Pero lo intento. Y nada.


Fin.